miércoles, 29 de mayo de 2013

el perfil de un psicopata

El perfil del psicópata

Si os digo que os imaginéis a un psicópata, seguramente que las primeras imágenes que se os vienen a la cabeza son de asesinos con armas, gritos tenebrosos, situaciones de suspense y colores oscuros y rojizos. Esta es la idea general que se tiene sobre los psicópatas, pero ¿es así exactamente un psicópata?

Un psicópata no tiene por qué presentar siempre este tipo de imagen que nos proporciona el cine o la literatura, no necesariamente tiene que ser un asesino despiadado, ni tiene que presentar conductas violentas de manera continua. Por el contrario, puede mostrar una conducta seductora y encantadora si fuese útil para su objetivo.

En realidad, un psicópata es una persona a la cual le falta la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, es decir, carece de empatía, no sintiendo emociones por aquellas personas que le rodean. Son individuos que además no tienen remordimientos, por lo que el hacer daño a otro, ya sea físico o psicológico, no le genera ningún problema.

¿Qué rasgos definen a un psicópata?

Según Robert Hare, investigador en psicología criminal y profesor de la Universidad of British Columbia, aproximadamente un 1% de la población serían psicópatas, de los cuales la mayoría pueden pasar desapercibidos en la sociedad, llegando a pasar incluso por buenos trabajadores y directivos. Los psicópatas suelen tener un amplio repertorio de conductas, activando unas u otras, dependiendo del entorno en el que se encuentren, es decir, pueden llegar a ser tan camaleónicos como se propongan. Son como hábiles actores en su escenario, mostrando ante el resto de individuos, aquel personaje más acorde a su objetivo.

Podemos decir que son mentirosos encantadores, en los que en un principio se muestran como personas en las que podemos confiar, amables, con dinero pero que con el paso del tiempo tan solo nos han hecho introducirnos en su tela de araña, de falsas promesas y mentiras.

Otro rasgo que los caracteriza es su búsqueda constante de nuevos desafíos, a través de la cual consiguen subir peldaños es la escala social para conseguir posiciones más elevadas, y disfrutar así de más poder y posibilidades de manipular a los demás. Pero en ésta búsqueda, mantienen sus espaldas cubiertas, arriesgando en detrimento de los otros. Es decir, nunca arriesgan sus bienes o su posición, sino la de otros compañeros, familiares o personas. También suelen ser sigilosos en sus movimientos y suspicaces, moviéndose perfectamente dentro de la legalidad de las normas sociales aunque no las compartan, que no quiere decir que alguna vez no sean pillados en sus tretas manipulantes. Son individuos que no se responsabilizan de sus errores, ya que presentan dificultad en aceptarlos, por lo que no suelen acudir a las consultas psicológicas.

Actualmente no existe un tratamiento eficaz para este trastorno, ya que la mayoría de los especialistas dicen que su resocialización es algo difícil, aunque se están empezando a poner en práctica ciertos programas que muestran algo de eficacia en la reducción de la reincidencia. Estos programas se aplican en centros específicos, con un entorno muy estructurado y especializado.

primera grabacion del podcast!!!!

https://soundcloud.com/user755647576/documentsmy-gatge000

martes, 28 de mayo de 2013

la castañeda


El periódico “El Universal”, con ocasión de esa exposición, publicaba el siguiente comentario de la escritora Cristina Rivera Garza (sobre quien prometo una insospechada próxima entrada):




En el marco de la exposición Imágenes de la locura. El manicomio de La Castañeda, 1910-1968, ofrecemos una revisión a una de las fotografías. Es la imagen de una mujer de falda larga y cabello largo y largos brazos.


La mujer se parece a la actriz mexicana Salma Hayek. Digo esto de verdad. La mujer, que se sabe vista, a punto de ser capturada por la lente de una cámara fotográfica y que ya ha sido capturada con anterioridad por la clasificación médica de una institución de la Beneficencia Pública que responde, y esto puede ser comprobado, al nombre de Manicomio General La Castañeda, extiende y flexiona esos largos brazos, las manos abiertas al final de cada uno de ellos, como si detuviera un pedazo de vidrio. Un mimo. Es el gesto de un mimo. No sé, no puedo saber, no hay manera de saber, si la mujer que se parece a la actriz mexicana Salma Hayek está, verdaderamente, detrás de un vidrio. Lo cierto es que nos mira, a todos nosotros, a través. Se preguntaba Don DeLillo en esa maravillosa novela que es The Body Artist qué tipo de mundos imposibles verían los pájaros a través de nuestras ventanas. Yo me hago la misma pregunta. ¿Qué tipo de locura o de hastío o de corrupción estará viendo, ahora mismo, esa mujer que se parece un poco a Salma Hayek y otro tanto a ese pájaro de DeLillo que se detiene apenas en el borde de una ventana que ha decidido, por cuestión supongo de salud mental, no cruzar? Lo interesante, que no es lo mismo que lo importante, decía Deleuze, es nunca dejar de preguntarse qué es lo que ella ve. Qué tipo de mundo imposible somos todos nosotros, ahora mismo, reunidos aquí. Que para eso y no para otra cosa uno observa, ahora lo sé, las fotografías de un manicomio. Para gatear, claro, y para preguntarse de manera obsesiva y enferma y literaria y repetitiva qué tipo de mundo imposible constituimos todos nosotros aquí. Ahora.




Por los datos que nos da la articulista, me figuro que la foto glosada se corresponde a la utilizada en el cartel del "Seminario Salud mental. Historia, sociedad, cultura", organizado el pasado año por GI Historia Social y Cultural de la Ciencia - IH - CCHS – CSIC y la Sección de Historia de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), entre otros. Cristina Sacristán era la ponente y el cartel reproducía una curiosa fotografía de lo que en ese momento me pareció una niña, preadolescente, que supuse estaba asilada en La Castañeda. Me llamó la atención, sobre todo su inusitada postura, y la guardé perdida entre los desordenados mega-bites de mi ordenador.

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ASESINOS INFAMES.

 TED BUNDY
 
FICHA TÉCNICA:
Ted Bundy. “El más atractivo”
ACTIVIDADES: Dirigió la oficina de Seattle de la campaña presidencial de Nelson Rockefeller. Mató de 29 a 100 mujeres entre 1974 y 1978 (aunque confesó 29), en juergas de asesinato en el estado de Washington, Utah, Colorado y Florida.
RASGOS DESPRECIABLES: Hijo ilegítimo, con un abuelo abusivo
HOBBIES: la pornografía, las mujeres jóvenes con el pelo largo y liso con la raya en el medio.
FRASE MEMORABLE: “Nosotros los asesinos en serie somos sus hijos, somos sus maridos, estamos en todas partes. Y habrá más de sus niños muertos mañana”.
¿DÓNDE ESTÁ AHORA?: Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica, en Florida en 1989.
 
 
*Sorprendente*
 
http://id.tudiscovery.com/asesinos-infames-ted-bundy/

sábado, 25 de mayo de 2013

Clasificación de los asesinos seriales
Los asesinos seriales pueden ser clasificados por sus patrones organizacionales y sociales. Pueden ser organizados y desorganizados (dependiendo del tipo del escena del crimen).

Organizados
IQ: 105 a 120
  • ·         Adecuados socialmente
  • ·         Casados, viven con su pareja o salen con alguien.
  • ·         Figura paterna estable.
  • ·         Abuso físico en la familia.
  • ·         Se mueve geográficamente y en sus empleos.
  • ·         Sigue las noticias.
  • ·         Educado.
  • ·         Buena higiene y aseo del hogar.
  • ·         No tiene un lugar donde esconderse en casa.
  •          Diurno.
  • ·         Conduce un buen auto.
  • ·         Regresa a la escena del crimen para observar el trabajo de la policía.
  • ·         Contacta a la policía para jugar con ellos.
  • ·         Fan de la policía o aspirante a policía.
  • ·         No se interesa en los programas de autoayuda.
  • ·         Mata en un lugar y dispone de los cadáveres en otro.
  • ·         Puede desmembrar los cuerpos.
  • ·         Usa la seducción para mantener a la víctima cerca.
  • ·         Conversa con sus víctimas.
  • ·         Deja una escena del crimen ordenada.
  • ·         Deja poca evidencia física.
  • ·         Responde mejor a una entrevista directa.


Desorganizados
IQ: 80 a 95
  •   Socialmente inadecuados.
  •  Viven solo, no salen con nadie.
  •   Padre abusivo o ausente.
  •   Abuso emocional en la familia.
  •  Vive y trabaja cerca de las escenas del crimen.
  •  No le interesan las noticias.
  •   Abandona la escuela.
  •   Pobre higiene y sin habilidades domésticas.
  •  Tiene un lugar escondido en su casa.
  •   Nocturno.
  •   Conduce u auto destartalado, o pick-up.
  •   Regresa a la escena del crimen para revivir el crimen.
  •  Contacta a la familia de la víctima para jugar con ellos.
  •  No se interesa en el trabajo policiaco.
  •  Se interesa en los programas de autoayuda.
  • Mata y deja los cadáveres en el mismo lugar.
  •  No desmenbra los cuerpos.
  •  Ataca en una ráfaga violenta.
  •  Despersonaliza a las víctimas, piensa en ellas como “COSAS”.
  • Deja una escena del crimen como caótica.
  • Deja abundante evidencia física.
  • Responde mejor a una entrevista con un consejero psicológico.


 Bibliografía
Colección mitos y realidades ASESINOS SERIALES. 2da edición.

domingo, 5 de mayo de 2013


¿Cuál es origen de la agresión?

Hay  muchas teorías qué intentan intenta explicarlo, de las que destacaremos las siguientes.

En primer grupo de teorías tenemos la psicoanalítica freudiana y la etimológica de Korand Lorenz, que abogan por un origen instintivo y según las cuales los seres humanos estamos programados genéticamente o constitucionalmente para este tipo de conductas.

Para que el psicoanalista freudiano la agresividad es la manifestación de Tánatos o instintos de muerte que debe ser sublimado o redirigido hacia los otros para evitar la autodestrucción. Por lo que la agresividad se convierte en un mecanismo de canalización de unas fuerzas instintivas que permiten al individuo mantener su identidad y la integridad de su yo.

Por otro lado, Konrad Lorenz sostiene que la agresividad es una conducta muy útil en el reino animal y que gracias a ella se consigue la selección de la raza (solo los más fuertes se aparean) y es necesario para mantener para mantener un territorio en el que existan suficientes recursos alimentarios. Para Lorenz la energía agresiva se produce espontáneamente y de forma continua y se va acumulando, y en el que se convierta o no en conductas agresivas depende de la cantidad de energía que se acumule y de la intensidad de los estímulos provocadores llegando, si no se produce una descarga, a aparecer una conducta agresiva sin la necesidad de la presencia de un estímulo.

Otras teorías descargan el peso del instinto y lo ponen en el impulso. El acto agresivo seria la respuesta ante una gran cantidad de estímulos negativos como la frustración, la perdida, los dolores físicos, la injusticia social, etc. Dollard propone la teoría de la frustración- agresión según la cual “el bloqueo en la intención de conseguir un objetivo genera agresión generalmente hacia la fuente de frustración”.

Otro grupo de teorías consideran la agresión como una conducta social aprendida en el contexto de un proceso adaptativo a un medio sociocultural.

Según Regis el sádico es entre todas las perversiones sexuales la que lleva a los actos más graves. Como todo acto criminal, el crimen sádico suele ser un episodio imprevisible  que aparece durante la existencia de un sádico, hasta entonces satisfecho con sus imaginaciones, actos simbólicos o conductas de violencia leve.

Para las personas que presentan esta perversión, las conductas agresivas sádicas son una condición sin la cual no es posible la excitación ni el alivio sexual. El sadismo consiste en la búsqueda y la provocación de un daño moral o físico como forma de obtener uno mismo el placer y la satisfacción sexual. Estas conductas comprenden desde el simple deseo de causar daño físico a una pareja, hasta el mismo asesinato pasando por toda una serie de conductas intermedias como la humillación, vejaciones, encadenamientos, golpes, flagelación, quemaduras, mordiscos y todo tipo de torturas obligándola en muchas ocasiones a una obediencia total consiguiendo así, a veces sin necesidad de relación sexual propiamente dicha, el orgasmo.

Como se ha expuesto, unas veces el sádico necesita infligir un dolor o sufrimiento intensos para conseguir su excitación y otras le basta con una pequeña dosis para conseguirlo, llegando en muchas ocasiones a que sea suficiente un fantaseo sádico para provocarla. Se da el caso de conductas de este tipo sin que la pareja llegue a conocer la existencia de estas fantasías.

La crueldad mental, el simple deseo de humillar, castigar y herir a otra persona sin llegar a la realización real de estos deseos esta aún está más difundida que el sadismo físico; una pregunta, una sonrisa, una observación pueden provocar humillaciones y desvalorizaciones que pueden ser mucho peores que las físicas. Todos conocemos “artistas” especialistas en ese tipo de prácticas que son capaces de encontrar la palabra exacta, el gesto exacto, el momento exacto y la situación exacta para conseguir desde el simple azaramiento a la más profunda humillación de una persona, con frecuencia en presencia de otros. Estas últimas prácticas están diferenciadas por algunos autores y las incluyen dentro del sadismo moral.

Todas estas prácticas se relatan en los escritos de Donation Alphonse Francois, nacido en 1740.

Bibliografía
MONTEJO Gonzáles Ángel Luis, SEXUALIDAD Y SALUD MENTAL, Editorial Glosa, Barcelona, pp. 251, 252 y 255 (2 edición).

domingo, 28 de abril de 2013

ASESINOS INFAMES.

JACK EL DESTRIPADOR


FICHA TÉCNICA:

Jack el Destripador (sin resolver)
ACTIVIDADES: En 1888, asesinó y mutiló al menos cinco prostitutas en Londres. Si bien no es el primer asesino en serie, si es el primero en conseguir notoriedad mundial.
RASGOS DESPRECIABLES: Mutilación y el robo de órganos internos.
FRASE MEMORABLE: “Estoy bien con las prostitutas, así que ya debo dejar de matarlas hasta que me abroche”.
¿DÓNDE ESTÁ AHORA?: Este caso nunca fue resuelto, sin embargo, podemos asumir con seguridad que Jack falleció.


*Espero que les guste esta breve información*


http://id.tudiscovery.com/asesinos-infames-jack-el-destripador/


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jueves, 25 de abril de 2013

LA PSICOLOGÍA DEL TERRORISMO

    
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Desde el 9/11 el atentado donde fueron derribadas las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, entre otros edificios, y que causó la muerte de cerca de tres mil personas el mundo vive en estado de alerta. Se multiplicó la seguridad en aeropuertos y cualquier paso fronterizo, así como se flexibilizaron las leyes que permiten investigar los actos privados de los individuos en busca de pistas o células terroristas. Incluso se transgredieron algunos límites hasta asemejarse la realidad a la distopía creada por George Orwell en su libro 1984.
De eso se trata el terrorismo, como su palabra lo indica: de sembrar terror. De que las potenciales víctimas –prácticamente todos– vivamos con esa sensación de amenaza permanente frente a algo anónimo e imprevisible, lo que produce un efecto psicológico devastador más allá del simple asesinato o sabotaje. A esto se suma la irracionalidad de los atentados. Que el odio nazca de seres similares a uno mismo genera confusión, angustia y ansiedad.
El terrorista piensa y siente que tiene un fin que justifica los medios, y que tiene el deber de alterar el orden instituido pero no lo concibe sino a través del daño al prójimo. Y como percibe a sus actos como salvadores de la humanidad, no siente remordimiento o culpa por lo hecho. Por ello, no se trata de personas patológicas en el sentido tradicional de la palabra. Los factores que originan estas conductas son diversos, incluyendo los psicológicos, sociales y físicos.
A continuación, diez características comunes en los terroristas:
1. Sienten odio.
2. No están políticamente representados. Por ejemplo, son personas que han sido privadas de su derecho al voto.
3. Se identifican con aquellos que perciben como víctimas de la injusticia social contra la que están peleando.
4. Tienen desapego a las normas sociales constructivas.
5. Les es difícil desenvolverse dentro de la sociedad de forma adaptada.
6. Experimentan un fuerte deseo de acción. No se conforman con discutir los temas.
7. Creen que involucrarse en episodios de violencia en contra del Estado no es inmoral.
8. Poseen amigos o familiares que también adhieren a la causa.
9. Piensan que sumarse al movimiento terrorista les ofrecerá una recompensa social y psicológica.
10. En ocasiones necesitan compensar una baja autoestima a través de sus intimidantes acciones.
Amén de estas razones particulares, cuando se realiza la pregunta de por qué alguien querría volverse terrorista hay que analizarlo como un proceso de dinámica grupal. En ello resulta relevante el sentimiento de cohesión y pertenencia, y la comprensión de que dentro de un grupo se pueden satisfacer necesidades personales de diversa índole.
Al analizar al terrorismo hay que tener cuidado de no perder una visión global de la cuestión. Como explica Maximiliano Korstanje en The Legacy of Samuel Huntingtonin Terrorist Studies after 9/11, “el terrorismo no es ni monopolio de un Estado, ni de un grupo, sino la acción comunicativa entre ambos que en virtud de un conflicto real, fundamentan un discurso sustentado por el odio”.
En ARLINGTON ROAD (INTRIGA EN LA CALLE ARLINGTON), un profesor universitario especializado en terrorismo (Jeff Bridges), tras la muerte de su mujer –una agente del FBI-, comenzará a sospechar que sus nuevos vecinos (Tim Robbins y Joan Cusack) están implicados en un próximo atentado. Véanla el sábado 30 de marzo a las 11 PM.
 
 
*Muy buena información*
 
http://id.tudiscovery.com/la-psicologia-del-terrorismo/
 

lunes, 22 de abril de 2013

UN ASESINO NACE O SE HACE?



Asesinos seriales: ¿nacen o se hacen?


Primeramente es necesario considerar que no todos los psicópatas son asesinos en serie, pero todos los asesinos en serie son psicópatas. Esto tomando indistintamente los términos “trastorno antisocial de la personalidad”, “sociopatía” y “psicopatía”; ya que, si bien las diversas fuentes a veces delimitan un término de otro, en esencia los tres significan lo mismo y son, por lo general, empleados indistintamente en la actualidad. Pero entonces y antes de intentar responder si el psicópata nace o se hace: ¿cuáles son sus características fundamentales? En palabras del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales IV —donde no se distingue al psicópata del sociópata, y se engloba a ambos en el trastorno antisocial de la personalidad—, estas son las siguientes:


1. Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención


2. Deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer


3. Impulsividad o incapacidad para planificar el futuro


4. Irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones


5. Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás


6. Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas


7. Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros


Ahora bien, ¿el asesino serial nace o se hace? Veamos.




El asesino serial es un resultado de la interacción entre las circunstancias (el entorno) y las tendencias innatas; aunque podría señalarse que éste se autoconstruye, se hace a sí mismo en la medida en que tiene la posibilidad de elegir qué reacciones tomar ante lo que le sucede: así, cuando se habla de que “el asesino se hace”, se habla tanto de que las circunstancias lo construyen como de que él, en la medida en que tiene libertad de autoregulación y reacción, se autoconstruye como respuesta a esas circunstancias.


Como ya se dijo antes, no todo psicópata es un asesino serial. Cabe así la pregunta: aquellos psicópatas que se transformaron en asesinos seriales, ¿estaban indefectiblemente destinados a convertirse en asesinos seriales y en consecuencia eran manifestaciones de que el asesino nace y simplemente manifiesta esa esencia en el futuro? Para responder a eso hay que tener presente que la psicopatía es una condición que siempre se manifiesta a nivel de anomalías neurológicas[1], por lo que el cerebro del psicópata nunca es igual al de la persona normal. No obstante eso no implica que todo psicópata nace siendo psicópata, ya que una persona normal puede, como consecuencia de un accidente u otra situación, desarrollar en cualquier etapa de su vida un conjunto de anomalías cerebrales que lo transformen en psicópata. Lo anterior se vio en el caso del británico Raymond Fernández, quien inicialmente fue un espía británico más, después de un fuerte golpe en la cabeza, su conducta cambió y él se transformó en un psicópata y asesino en serie… Pero las veces en que el psicópata (condición para ser asesino serial) no nace son excepcionales, por lo que la pregunta sigue vigente para la mayoría de casos. Así pues, la realidad es que el asesino serial se hace; ya que, según los estudios, en condiciones determinadas de desarrollo es posible lograr que, alguien que por sus genes o por alguna otra causa (anomalías en el embarazo) nació siendo psicópata, no se transforme en asesino serial o en tipo alguno de criminal. En otras palabras, la psicopatía no basta para dar lugar a un asesino serial, ya que éste es siempre el resultado de la interacción entre las circunstancias (el entorno) y las tendencias innatas; aunque, desde un punto de vista filosófico admitido por muchos psiquiatras y psicólogos, el asesino serial se autoconstruye, se hace a sí mismo en la medida en que tiene la posibilidad de elegir qué reacciones tomar ante lo que le sucede, pero esta aclaración no debe tener peso en el asunto, ya que, cuando se habla de que “el asesino se hace”, se habla tanto de que las circunstancias lo construyen como de que él se autoconstruye como respuesta a esas circunstancias.


Al respecto, la neuróloga Debra Niehof afirma lo siguiente: ‹‹La violencia es el resultado de un proceso de desarrollo, una interacción permanente entre el cerebro y el medio ambiente […]. Si una persona ha llegado a creer que el mundo está en contra de ella, y ella está reaccionando de forma exagerada a cada pequeña provocación, estas reacciones violentas irán más allá de su capacidad de control, porque está en un modo de supervivencia […]. Es importante entender que la violencia no tiene una causa única. Puede venir de cualquier parte de la estructura psicológica. Todo lo que nos encontramos o experimentamos en nuestras vidas tiene el potencial de afectarnos, y no hay un factor único al que echar la culpa. La violencia es el resultado de un bucle de realimentación compleja, pero ese bucle puede romperse. La biología no es destino.››
.Perspectiva general


Hemos visto que el asesino serial es el producto de una interacción entre el entorno y ciertas características del sujeto. Entonces: ¿qué circunstancias tienden a hacer que un psicópata se transforme en asesino serial? Principalmente estas:


Un entorno familiar inapropiado, con patrones como: violencia entre los padres; maltrato, indiferencia-abandono o demasiada permisividad por parte de uno o ambos progenitores; ausencia de uno o ambos progenitores; incestos, abuso sexual o algún tipo de situación sexualmente insana originada en el marco familiar; comportamientos desequilibrados y destructivos-autodestructivos en los padres, tales como alcoholismo, drogadicción, prostitución; etc.




El asesino es en gran parte un síntoma de los trastornos socio-culturales, ya que, si bien el entorno familiar es el factor externo de primer orden en su encaminamiento hacia el crimen, éste constituye una micro estructura grupal (por algo se le dice “la célula” de la sociedad) que, en sus desequilibrios y problemas, refleja en gran medida los males generales del entramado socio-cultural. Así, consciente de ello, el asesino Charles Manson afirmó: “Mi padre es una prisión, mi madre un sistema, soy lo que ustedes me hicieron. Los miro y me digo: ustedes quieren matarme y yo ya estoy muerto. Toda mi vida estuve muerto”


Una experiencia social nociva, con patrones como: pobreza, usualmente asociada a un sistema lleno desigualdad que, en ciertos casos, acaba generando resentimiento social; aislamiento o maltrato físico y/o psicológico por parte de los pares, sean estos de la institución educativa, del reformatorio o de otro tipo de ambiente; abuso sexual por parte de un desconocido o conocido fuera del círculo familiar; presencia de drogas y/o alcohol en el círculo social; vandalismo y delincuencia; etc.


Vivencia de un marco cultural en el que se exhiben cosas como: mucha rigidez en los roles de género; aceptación de la violencia como forma idónea de control y parte de la cotidianidad; desequilibrios a nivel de la mentalidad imperante, manifestados en casos como el de una sociedad moralista demasiado represiva, una sociedad con tendencia al libertinaje y los vicios, o una sociedad muy materialista, pragmática y consumista; etc
.Exposición a eventos traumáticos


El ser testigo de uno o varios sucesos traumáticos es algo que muchas veces juega un rol crucial en la creación del asesino en serie. Según estudios científicos, presenciar un acto violento puede desencadenar agresión y desórdenes de ansiedad tales como estrés agudo o trastorno por estrés post-traumático, o inclusive puede ocasionar problemas relacionales y una disrupción en el desarrollo de la capacidad empática.




Presenciar un acto violento puede desencadenar agresión y desórdenes de ansiedad, tales como estrés agudo o trastorno por estrés post-traumático, o inclusive puede ocasionar problemas relacionales y una disrupción en el desarrollo de la capacidad empática. Un ejemplo terrible fue el del legendario asesino Gilles de Raise, quien destripaba a sus víctimas como un reflejo de que, durante su niñez, vio a su padre con las tripas afuera, agonizando en el lecho antes de morir tras un ataque de jabalí.


Así y refiriéndose sobre todo a la violencia animal que muchos chicos presencian, Kellert y Felthous afirman que: ‹‹Un niño que crece rodeado de agresión contra cualquier ser vivo, tiene más probabilidad de violar, abusar o matar a humanos cuando sea adulto››. Esto es importante ya que muchas veces el presenciar violencia animal constituye aquellos eventos traumáticos y lastimosamente, esta potencial fuente de eventos traumáticos a presenciar, viene como complemento a experiencias de maltrato pues, según un estudio de la New Jersey Public Child Protection Agency, en el 88% de las familias donde hay maltrato infantil, hay también maltrato a animales, y éste está usualmente ligado a una experiencia de humillación e impotencia, tal y como lo refleja el hecho de que, según el estudio antes dicho, en el 66% de los casos es el progenitor quien, para castigar o controlar al hijo, maltrata a la mascota.


Ejemplos de asesinos que presenciaron eventos traumáticos son:


Ed Gein: Ed presenció el sacrificio de animales de granja y esto, según confesó, le inspiró ideas pervertidas que más adelante influenciaron en su conducta criminal.


Guilles de Rais: A sus nueve años, Guilles presenció la muerte de su padre en una sesión de caza. Fue algo realmente espantoso pues un jabalí había clavado sus colmillos en el vientre de su padre, y el pequeño Guilles contempló “cómo sus vísceras se esparcían por el lecho”, lo cual lo marcó tan profundamente que, en el futuro, repitió la escena destripando niños y viendo como las entrañas y la sangre se derramaban sobre el suelo de su castillo…


John George Haigh: Conocido como “El Vampiro de Londres”, este asesino, durante un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial acontecido en su niñez, corrió aterrado solo para llevarse un susto aún mayor al ver una cabeza que, producto del bombardeo, había terminado rodando y yendo a parar ante sus pies…
.Maltrato infantil y adolescente


El maltrato infantil casi nunca será suficiente en la creación de un asesino en serie, pero siempre será importante. En su libro Serial Killers, Joe Norris nos dice que el maltrato infantil genera reacciones violentas, trastorna el desarrollo psicológico y hasta puede producir lesiones cerebrales… Al respecto escribe: ‹‹Los padres que abusan de sus hijos, tanto física como psicológicamente, inculcan en ellos una confianza casi instintiva en la violencia como primer recurso ante cualquier desafío.››. 




Según criminólogos del F.B.I., cuando un niño sufre maltrato infantil, ve menoscabada su capacidad de empatía, no desarrolla su capacidad de confianza, seguridad y autonomía, experimenta un daño en su facultad para vincularse a otras personas, y se llena de fantasías de dominación, violencia y control.


Los psicólogos dicen que, cuando hay maltrato infantil por parte de uno o ambos progenitores, el maltratado sufre un menoscabo en su capacidad para confiar en el otro en general, pudiendo así refugiarse en el aislamiento y en fantasías violentas. Por ello en el libro Homicidio sexual: patrones y motivos, Robert Ressler y dos autores más afirman que, cuando un niño sufre maltrato infantil, ve menoscabada su capacidad de empatía, no desarrolla su capacidad de confianza, seguridad y autonomía, experimenta un daño en su facultad para vincularse a otras personas, y se llena de fantasías de dominación, violencia y control.


Naturalmente el hogar es la fuente más usual de maltrato infantil y adolescente, pero no la única. Están también las instituciones educativas, los orfanatos y los reformatorios, entre otras.


Ejemplos de asesinos que han sufrido maltrato infantil y/o adolescente son:


Carl Panzram: A Carl lo golpeaban sus hermanos mayores cuando era niño, y ya más grande, recibió numerosas palizas estando en el reformatorio.


Albert Fish: Este anciano torturó a varios niños y niñas, era un verdadero sádico, y también un gran masoquista (se clavaba agujas, se quemaba algodones en el ano, etc…). Ahora y si uno se pregunta de dónde le nacieron esas oscuras tendencias, Albert responde que de sus experiencias en un orfanato de Washington D.C., en el cual vio abusos y maltratos tan terribles que terminaron haciéndolo amar su propio sufrimiento, y el ajeno, particularmente el de seres inocentes como eran los niños del orfanato…
.Relación con los padres


Generalmente es la madre la figura que más peso tiene en la construcción del asesino serial, en parte porque, en las biografías de los asesinos, es muy frecuente la figura del padre que se ausentó tempranamente (cuando el asesino era niño) o que nunca estuvo. Esta madre suele ser dominante, estricta, cruel, maltratadora; distante e indiferente; incestuosa, promiscua o sexualmente perturbadora y provocadora; de moral religiosa y represiva, o de un libertinaje amoral; alcohólica y drogadicta; etc. Mientras tanto, cuando el padre está presente y es fuente de daño y trastorno, lo es casi siempre bajo la figura del padre autoritario, violento, sádicamente disciplinario, y usualmente machista y alcohólico.




Los padres son claves en la construcción moral, social y emocional del sujeto, en su encaminamiento a la legalidad o la ilegalidad. Es así que las biografías de asesinos están llenas de madres y padres ausentes o perniciosamente deficientes: padres ausentes, o machistas, bebedores, y violentos, madres prostitutas, descarriadas, distantes o maltratadoras…


Según los psiquiatras, las siguientes situaciones son de gran riesgo en tanto potenciales generadoras de un futuro antisocial: 
Padre o madre ausente (esto sucede en aproximadamente un 60% de los casos) 
Padre y madre ausentes 
Desequilibrio disciplinario: un padre muy severo y una madre muy permisiva, o un padre muy permisivo y una madre muy severa. Casi siempre ocurre lo primero, y entonces el niño aprende a manipular (por culpa de la madre) y desarrolla odio hacia la autoridad en general (por culpa de la autoridad particular del padre). 
Falta de vinculación con el bebé durante los primeros nueve meses, sobre todo de madre a hijo. Esto es enormemente perjudicial, ya que deja secuelas a nivel neurológico… 
Padres hipócritas que en público manifiestan una imagen de unión y armonía familiar, pero en privado humillan y menosprecian al hijo. 


La madre


Generalmente, en las biografías de los asesinos seriales, la figura materna (sea madre biológica o madre adoptiva) tiene un mayor peso en la construcción de la motivación criminal. Puede aparecer así bajo distintas formas, pudiendo a veces manifestarse varias de estas formas en una sola madre: 
Madre prostituta: Pedro Alonso López, Henry Lee Lucas. 
Madre que engendra deseo sexual en el hijo: José Antonio Rodríguez Vega, Gary Ridgway. 
Madre sobreprotectora: Harold Shipman, Jesse Pomeroy, Ed Gein, Marta Beck. 
Madre dominante y maltratadora (puede ser maltrato físico o psicológico): Daniel Camargo Barbosa, Pedro Alonso López, Edmund Kemper, Gary Ridgway, Richard Kuklinski, Ed Gein, Marta Beck, Albert DeSalvo, Jerome Henry Brudos, Ted Bundy. 
Madre que abandona al hijo o está ausente (pudiendo ser esto por muerte temprana): David Berkowitz, Gerald Eugene Stano, Ángel Maturino Resendiz, Marcel Petiot, Manuel Delgado Villegas, Bob Berdella. 
Madre con respecto a la cual el hijo sostiene un vínculo afectivamente dependiente que, al romperse con la muerte de ésta, impulsa hacia el asesinato al hijo, de alguna u otra forma: Harold Shipman, Peter Sutcliffe. 




Los asesinos seriales suelen tener pésimos modelos maternos, pero a veces eso llega al extremo y entonces la relación madre-hijo puede volverse escalofriantemente patológica, tal y como en el caso de Edmund Kemper, quien, tras irrumpir en la habitación de su madre y decapitarla, tomó la cabeza de ésta, le lanzó dardos mientras la insultaba, y finalmente la agarró para hacerse sexo oral…


Hecho ya un panorama general con los ejemplos referidos arriba, cabe señalar que, si bien tanto la madre como el padre pueden inducir agresividad y trastornos en el futuro criminal, la madre está más asociada a trastornos en la conducta sexual. Son por ello enormemente impactantes algunos casos en que la conducta de la madre ha originado en el hijo una mezcla de ira y deseo sexual: en Ed Kemper, esto desembocó en el hecho de que Ed decapitara a su madre y, después de lanzarle flechas e insultos a su cabeza inerte, tomase esa misma cabeza para hacerse sexo oral; en José Antonio Rodríguez Vega, esto se plasmó en su búsqueda por mujeres mayores a las que mataba y violaba, siendo que, a través de esas violaciones, violaba simbólicamente a su propia madre (esto se desprende de confesiones suyas); por último y no menos sorprendente, en el caso de Henry Lee Lucas vemos a un chico que era vestido de niña y maltratado psicológicamente por una madre que se prostituía delante de él, lo cual posteriormente desembocó en que Henry, tras salir del reformatorio y discutir con su madre, terminase no solo matándola sino violando su cadáver, expresando así el deseo incestuoso que le causó el ver prostituirse a su madre años atrás…


El padre


Generalmente, en las vidas de los asesinos seriales ocurre una de estas dos cosas: o bien la figura paterna está marcada por la ausencia, o bien por una presencia opresiva, autoritaria, rígida, violenta y desprovista de afecto.




En las biografías de los asesinos seriales son dos los modelos paternos que más se repiten: el primero es el de la figura paterna marcada por la ausencia (sea por abandono temprano del hogar, porque nunca estuvo, o porque fue distante), y el segundo el del padre con presencia opresiva, autoritaria, rígida, violenta y desprovista de afecto. Del primero tienden a surgir hijos con falta de límites; y, del segundo, hijos que han aprendido el uso de la violencia como un recurso efectivo para ejercer control sobre los demás…


En el primer caso, el del padre ausente, nos encontramos con asesinos que nunca conocieron a su padre (Pedro Alonso López, por ej.), que su padre abandonó el hogar cuando eran niños o adolescentes, o que su padre se caracterizó por ser una figura distante y de poca presencia (Yoo Young-Chul). Para Ronald y Jacqueline Angel, investigadores de la Universidad de Texas, “El niño que crece sin padre presenta un riesgo mayor de enfermedad mental, de tener dificultades para controlar sus impulsos, de ser más vulnerable a la presión de sus pares y de tener problemas con la ley.” Complementariamente, las interpretaciones de diversos estudios estadísticos muestran (en cifras aproximadas) que, cuando un chico ha crecido sin padre: es 5 veces más propenso a cometer suicidio, 32 veces más propenso a huir de casa, 20 veces más propenso a tener desordenes conductuales, 14 veces más propenso a realizar actos de precocidad y abuso sexual, 9 veces más propenso a dejar los estudios, 10 veces más propenso a abusar de drogas y otras sustancias, y 20 veces más propenso a terminar en prisión…


En el segundo caso, el del padre violento y controlador, las consecuencias son terriblemente nefastas. Así, el desarrollo social y emocional se alteran, y el sujeto usualmente se aísla y prácticamente siempre se vuelve más agresivo, desconfiado y manipulador. De ese modo, el padre autoritario y violento enseña que la violencia es un recurso idóneo para conseguir lo que se desea; y, paralelamente, puede engendrar en el hijo un sentimiento de impotencia que, en los asesinos seriales, ha sido la raíz de esas fantasías de control-poder que culminan en atroces actos de asesinato y tortura. Además de eso, a nivel del desarrollo moral la figura del padre autoritario y violento es contraproducente; ya que, en lugar de conducir a una interiorización de los códigos morales, conduce a un respeto del mismo en función de la conveniencia, de modo que el sujeto tiende a frenar sus malas acciones solo para evitar las consecuencias. Pero lo peor viene cuando el sujeto desarrolla un odio hacia la autoridad y un rechazo tajante de los códigos sociales-morales que ésta representa, pues es entonces cuando el comportamiento antisocial puede surgir, sobre todo si se trata de un psicópata, ya que éste carece de los niveles de miedo que una persona normal tiene con respecto a las posibles consecuencias negativas de sus actos. Parte de lo anterior deja entrever el hecho de que, un padre violento y controlador, casi siempre origina un hijo manipulador y mentiroso; puesto que, además de aprender a controlar mediante la violencia, el hijo aprende a evitarse problemas mintiendo, ya que la mentira le fue útil para evitar ser castigado y así, en un futuro, podrá usarla no solo para evitarse males sino para conseguir la confianza y la aprobación de los demás fingiendo ser algo que no es, tal y como hicieron John Wayne Gacy y el llamado “Candy Man”… Finalmente, cabe mencionar que entre todas esas secuelas nocivas la peor es el odio, ya que éste refuerza la tendencia del individuo a justificar las malas acciones que comete inspirado en su odio; y es que, como escribió el psicólogo Alejandro Londoño Valencia: ‹‹Quien odia, se considera a sí mismo como una víctima de otro sujeto que es considerado como la encarnación misma del demonio y, por ende, encuentra la justificación perfecta para mantener el odio y para emplear la agresión como mecanismo para defenderse de quien origina sus desgracias.››. Visto a la luz de esa cita el problema parecería no ser tan grave, pero el odio suele desplazarse hacia otros individuos que, de un modo abstracto o imaginario, se asocian a quien originalmente lo motivó o, peor aún, simplemente ofrecen la posibilidad de desahogarlo…




Muchos asesinos tuvieron padres brutales. Por ejemplo, DeSalvo tenía un padre que traía prostitutas a casa y que golpeaba brutalmente a él y a su madre, llegándole a romper dedo por dedo a ella, y llegándole a causar a él un daño permanente tras darle con un tubo metálico en la espalda… 


Los ejemplos de asesinos seriales con padres violentos y controladores son muchos, y entre esos están John Gacy (John Wayne Gacy) y Albert DeSalvo. El primero tenía un padre que, entre otras cosas, le decía frecuentemente “marica” y “fracasado”, que golpeaba a su madre, bebía en exceso y hasta llegó a matarle de un tiro a su perrito solo para castigarlo. Por su parte, DeSalvo tenía un padre que traía prostitutas a casa y que golpeaba brutalmente a él y a su madre, llegándole a romper dedo por dedo a ella, y llegándole a causar a él un daño permanente tras darle con un tubo metálico en la espalda…


La adopción


La adopción representa necesariamente la ausencia de los padres biológicos, pero no la ausencia de una figura materna y de una figura paterna en tanto personajes del desarrollo psicológico caracterizados no por un vínculo genético sino por un tipo de vínculo relacional asociado a un rol particular. Pese a eso, la adopción puede generar crisis de identidad que, si bien casi nunca desempeñan un papel crucial en la motivación del asesino, en ciertos casos sí lo pueden hacer, tal y como pasó con David Berkowitz y Ted Bundy. En el caso del primero, Berkowitz era un individuo que había sufrido el rechazo social, sobre todo el de las mujeres… Así, cuando a sus 14 años perdió (porque murió) a su madre adoptiva, el resentimiento que tenía hacia su madre biológica creció, ya que ésta lo había rechazado y dado en adopción; y esto, como es de esperarse, se tradujo en un aumento de aquella misoginia que latía en el interior de sus crímenes (él mataba a parejas que estaban juntas en sus autos, como si envidiase al hombre y odiase a la mujer). En cuanto a Ted Bundy, vemos que éste, tras enterarse a los 13 años de que era adoptado, comenzó a sufrir un trastorno en su desarrollo emocional; y esto, desde luego, fue fundamental en su encaminamiento hacia el crimen.
.El rechazo


El rechazo ha jugado un rol importante en la vida de casi todo asesino serial; venga éste de los padres, de los pares de la institución educativa, del sexo contrario, etc.




La experiencia de ser rechazado (por los padres, los compañeros de escuela, las chicas, etc) ha jugado un rol importante en la vida de casi todo asesino serial. Estudios científicos señalan que los chicos que sufren rechazo social tienden a ser más agresivos, menos sociables, más impulsivos y ansiosos. Pero lo peor viene cuando surge el odio, tal y como le sucedió a Henry Lee Lucas, a Edmund Kemper y a otros.


En el imaginario social tiene bastante presencia la imagen del rechazado como un individuo de baja autoestima y poca predisposición a la violencia: pero la realidad, en lo que respecta al segundo punto, puede ser totalmente diferente. Así, la psicóloga Karen Bierman de la Universidad de Pensilvania, señala que los chicos que sufren rechazo muestran uno o más de estos patrones de conducta: 
Bajos niveles de comportamientos prosociales, como turnarse o compartir. 
Elevados niveles de comportamientos agresivos o disruptivos. 
Elevados niveles de comportamientos desatentos, inmaduros, o impulsivos. 
Elevados niveles de ansiedad social. 


Y es que el rechazo no solo puede ser interiorizado y manifestado en forma de auto-rechazo, sino que puede volverse contra su fuente, intensificado y amenazador en su nuevo ropaje: el odio. Lo dicho se vio en el asesino serial Henry Lee Lucas, a quien rechazaban y ridiculizaban por su ojo de cristal, pero eso, según confesó el propio Henry, acabó por hacerlo odiar a todo el mundo… Otro caso, relacionado con el rechazo sufrido por parte del sexo opuesto, es el de Ed Kemper, asesino que mataba a chicas de la clase media y media-alta. Según Ed Kemper, con esto pretendía “golpear a la burguesía”, pero además la ira contra las chicas de la alta sociedad (y hasta cierto punto contra las mujeres en general) estaba detrás de eso, puesto que, en sus visitas a la universidad, Kemper era ignorado e incluso una vez le dijeron que esas chicas eran “demasiado” para él, lo cual naturalmente lastimó su orgullo y, años después, le hizo confesar lo siguiente con respecto a la importancia que tenía en sus crímenes el rechazo que él sentía por parte de las mujeres: “Cuando estaban vivas, las sabía distantes, sin ninguna comunicación conmigo, y yo intentaba establecer una relación” Y es que, y esto hay que recordarlo, Kemper sentía placer sexual al decapitar a sus víctimas femeninas y mirar sus cabezas como “trofeos”.
.La tríada fatídica


Por último, tenemos que los siguientes son tres signos de alarma que, de darse en un individuo determinado, manifiestan una elevada probabilidad de que se transforme en asesino serial.




Hay tres conductas que, de darse en un individuo determinado, manifiestan una considerable probabilidad de que se transforme en asesino serial: la piromania, la incontinencia urinaria y la crueldad con los animales. La primera se asocia a la búsqueda de una sensación de poder derivada del deseo de destrucción, la segunda a la tensión emocional, y la tecera es realmente siniestra; pues, según dicen los científicos, el torturar a cualquier ser vivo atrofia las redes neuronales asociadas a la capacidad de sentir empatía, cosa esta que, en último término, equivale a un proceso de deshumanización…


.Crueldad con los animales


“La crueldad hacia los animales no es una válvula de escape inofensiva en un individuo sano…es una señal de alarma”, dijo una vez Allen Brantley, agente especial del FBI. Y es que el torturar animales no es solo un medio para desfogar la agresividad sino una escuela de crueldad e incluso, tal y como lo mostró Yoo Young Chul matando perros como preparación psicológica a los asesinatos que luego cometería, es una actividad ideal para acostumbrarse a la muerte y el dolor ajenos.


Según estudios, casi todos los chicos que maltratan animales han sido víctimas de maltrato físico y/o psicológico, generalmente por parte de uno o ambos progenitores, y frecuentemente también por parte de sus pares, ya sea a través del bullying o la simple marginación y rechazo social. Esto es importante porque permite entender el carácter éticamente escalofriante que subyace al fin último de la tortura ejercida sobre animales. Pero para comprender eso hay que tener presente lo que se ha hallado en estudios científicos: así, en su libro The science of evil, Simon Baron Cohen escribe que: ‹‹Cuando tratamos de explicar los actos de la crueldad humana, no hay ningún valor científico en el término “malo” pero sí hay valor científico en el uso del término “erosión de la empatía”. La afirmación clave en mi libro es que, cuando la gente comete actos de crueldad, un circuito específico en el cerebro (“el circuito de empatía”) disminuye. Esto podría ser temporal (por ejemplo, cuando estamos estresados) o de una forma más duradera.›› Entonces tenemos que el chico, torturando animales, busca disminuir su capacidad de empatía —lógicamente, esto puede ser inconsciente y, si es consciente, no se lo ha de plantear en los términos expuestos—; pero acaso: ¿no es esa capacidad de empatía lo que lo frena de hacer daño a los demás y de exteriorizar su agresividad más allá de cierto punto? Lógicamente sí, y evidentemente esta capacidad empática ya está mermada en el psicópata, pero hay grados y grados, y la crueldad animal es un mecanismo para menoscabarla aún más. Ahora: ¿por qué alguien querría disminuir aquello que frena su violencia?, ¿qué conseguiría con no conmoverse ante el dolor ajeno? Conseguiría poder emplear más a la violencia para controlar a los demás y, en última instancia, conseguiría una capacidad mucho mayor de conseguir sus fines y deseos a expensas de un sufrimiento ajeno que, en virtud de la crueldad, ya no solamente dejará de ser fuente de malestar (como ocurre con la empatía) sino que hasta podrá constituir una fuente de placer… Llegamos así al lamentable proceso ético que casi siempre ocurre en el asesino serial que maltrata animales: primero es una víctima de la maldad y la crueldad de los otros, del mundo; y luego, fundamentalmente como forma de protección, busca extinguir su propia bondad para así adoptar una crueldad y una maldad superior a la de sus victimarios, y suficiente para dejar el sufrimiento propio de la víctima, y pasar a la complacencia perversa del victimario incapacitado para la “debilidad” de la compasión, e hiper capacitado para la supervivencia egoísta y destructiva en un mundo que se percibe como hostil y enemigo.


Lejos de pertenecer a la especulación, la explicación anterior es ilustrada en los resultados compendiados de varias investigaciones criminológicas efectuadas en U.S.A. En efecto, los datos muestran que la tortura de animales tiene elevados porcentajes de presencia en diversas categorías criminales, aumentándose a medida que se aumenta la crueldad inherente al tipo de crimen: acosadores sexuales (36%), acosadores sexuales encarcelados (46%), violadores convictos (48%) y asesinos adultos (58%).


Piromanía


En los asesinos seriales, la práctica de la piromanía aparece generalmente en la niñez y muestra esencialmente la búsqueda de un sentimiento de poder originado en la satisfacción del afán de destruir. Pero la realidad psicológica de la piromanía es aún más profunda y guarda concordancia con la realidad que suelen vivir quienes se transforman en asesinos seriales. Así, el pirómano es generalmente un joven lleno de frustraciones, problemas y desajustes emocionales, rabia acumulada, y usualmente tedio, vacío existencial, sentimientos de impotencia y deseos de protagonismo. Aunque también hay casos en que la piromanía comporta un aspecto sexual, y en ese caso evidenciaría una sexualidad sádica, y quizá algo de pirofilia. Ejemplo de esto último lo vemos en el asesino norteamericano Ottis Toole, quien incendiaba casas abandonadas y luego se masturbaba contemplándolas arder…


Incontinencia urinaria


Estudios criminológicos muestran que aproximadamente el 60% de los asesinos seriales se orinan en la cama siendo ya adolescentes. Esto suele estar asociado al estrés emocional que origina un entorno familiar y social inadecuado y lleno de conflictividad, tal y como el que les toca vivir a los asesinos seriales durante su infancia y adolescencia.


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Felícitas Sánchez, la Ogresa de la Roma


Felícitas Sánchez, la Ogresa de la Roma


Felícitas Sánchez Aguillón o Neyra fue conocida en el mundo de los asesino seriales con los sobrenombres de “la Ogresa de la Colonia Roma”, “la Trituradora de angelitos”, “la Descuartizadora de la Colonia Roma” o “la Espanta-cigüeñas”.
Nació en la década de 1890 en Cerro Azul, Veracruz, México. Se cree que asesinó a mas de 50 niños en la década de 1930, en la popular colonia Roma en la Ciudad de México. A pesar de que se conoce muy poco de su infancia en su natal Veracruz, se sabe que el rechazo de su madre le traería una relación tormentosa con esta, situación en el futuro definiría la psicopatología y modus operandi con el que asesinaba a sus victimas. Como en muchos casos de asesinos seriales, Felicitas demostró perversidad desde muy pequeña, gozaba envenenando a perros y gatos callejeros.
En la década de 1900´s, Felícitas Sánchez estudia y se gradúa en enfermería (profesión que la induce en la categoría de “ángel de la muerte”, categoría utilizada para los asesinos en serie que actúan como cuidadores o enfermeros de sus victimas), a la par se casa con Carlos Conde, resultado del matrimonio nacen un par de gemelas, la posición económica tan austera de la pareja hace que Felícitas Sánchez convenza a Conde de vender a sus hijas, tiempo después Conde se arrepiente, pero Felícitas nunca le revela el paradero de sus hijas; situación que termina con el matrimonio. Tras la separación por el año 1910, Felícitas Sánchez emigra a la capital.
 

Llegada a la capital.

Una vez establecida en la Ciudad de México se dedica al trafico de infantes, decenas de madres solteras le regalaban sus bebes y ella los vendía a parejas que no podían procrear. El negocio, que duró años, iba tan bien que luego decidió mudarse a la colonia Roma, donde compartía el departamento con una mujer que, por su ocupación solo, lo utilizaba por la noches para dormir, dando a Felícitas Sánchez todo el día para cometer sus atrocidades.
Una vez en la Roma, Sánchez Neyra estableció un negocio de “atención de partos”, en efecto, Felícitas atendía partos pero había algo que no cuadraba. Mujeres de los más altos rangos sociales llegaban al departamento de Felícitas, evento por lo más extraño, porqué una mujer con los recursos económicos suficientes atendería su embarazo en un barrio marginal y con una partera.
Pronto los vecinos comenzaron a percatarse de extraños sucesos, las cañerías del edificio se tapaban con frecuencia y en ocasiones se percataron de un extraño humo negro con desagradable olor que salía del departamento. Durante la década de 1910′s, todavía en el México porfirista, Sánchez fue detenida en por lo menos 2 ocasiones por tratar de vender a un bebé; la mujer salió libre tras pagar una simple multa.
 

Nace una asesina serial.

la quebrada
Después se hizo de otro negocio, abrió una miscélanea (que también fungió como clínica clandestina) en la calle Guadalajara No. 69, en la Ciudad de México, a la cual llamó “La Quebrada“.
Había ocasiones en las que no encontraba compradores para los bebés recién nacidos, una semana después, si no conseguía venderlos, los mataba. Al principio utilizaba el estrangulamiento para asesinarlos y a otros, de manera escalofriante, los quemaba vivos. Los restos de los infantes eran arrojados a la basura, puestos en bolsas y abandonados en lotes baldíos circundantes y hasta tirados por el retrete. Cuando las cañerías se tapaban llamaba a un cómplice, un plomero de nombre Roberto Sánchez Salazar.
El negocio de trafico de infantes evolucionó de una manera dantesca, recibía a los niños recién nacidos de algunas mujeres que no podían mantenerlos, niños de entre 1 y 3 años de edad, con una cierta cantidad de dinero Felícitas prometía que los pondría en manos de gente rica, lo que les aseguraría un buen futuro. Pero “La Trituradora de Angelitos” los conservaba solo unos días, alimentándolos con atole y comida descompuesta.
Y si no lograba “colocarlos” en el mercado, los llevaba a la cocina donde les hundía un cuchillo en la nuca y los descuartizaba. A medida que siguió con los asesinatos, aumentó su nivel de crueldad, en posteriores ocasiones amordazaba a los niños y los destazaba vivos con su cuchillo de cocina, primero cortaba sus piernas, luego sus brazos y al final los decapitaba. Luego extraía lo ojos, los órganos internos y las vísceras para alimentar a su perro, los restos óseos los “pelaba”, los quebraba, envolvía en papel periódico y los abandonaba en lotes baldíos.
 
 

Su captura


El 8 de abril de 1941, la alcantarilla del edificio de Salamanca donde vivía Sánchez Aguillón se tapó, (se encontraba congestionada desde la toma domiciliaria). En el primer piso del edificio se disponía una tienda de abarrotes, el dueño, llamado Francisco Páez, mandó llamar a un plomero y a albañiles. Los albañiles levantaron el piso del negocio para poder acceder a la cloaca, cuando llegaron a ella la sorpresa y las náuseas fueron generales. En la alcantarilla había un enorme tapón de carne putrefacta, gasas y algodones ensangrentados, que despedían un olor insoportable. Indagando en la repugnante masa se encontrarón con algo que despejó todas las dudas sobre su naturaleza, un pequeño cráneo humano.
Rápidamente, la prensa y la policía se hicieron presentes. Las autoridades llamaron a la puerta de la principal y única sospechosa, (Felícitas), los atendió la casera que no sabía nada, sin embargo los dejó pasar hasta la habitación de la mujer, a la cual ella nunca había entrado. Lo primero que salía a vista en el cuarto, era un altar con velas, agujas, ropa de bebé, un cráneo humano y una gran cantidad de fotografías de niños. Ese mismo día se catea la miscélanea “La Quebrada“, Felícitas no se encontraba ahí, se había dado a la fuga.
 
En esa época no existía la noción de asesino en serie; pero el infanticidio era y siempre ha sido un crimen altamente condenado. La investigación cayó en manos del detective José Acosta Suárez.
El 11 de abril de 1941 es detenido Salvador Martínez Nieves, el plomero cómplice. El relata que en efecto sabía lo que estaba pasando, pero por miedo a ser condenado como cómplice, no había denunciado. En efecto, él sí era cómplice, recibía una cuantiosa paga por destapar los caños y un aún más cuantioso soborno por su silencio. Ese mismo día Felícitas es atrapada junto con su amante, Roberto o Alberto Covarrubias, alías “el Beto” o “el Güero” (con éste hombre, que también fue su complice, Felícitas había procreado a su tercera y última hija, nacida en 1939, mientras trataban de huir de la ciudad).
 
 

Fallo absurdo.

La amenaza del abogado de la mujer era clara, iban a revelar la lista de clientes si con ella era posible aminorar su condena. En aquella lista estaban inmiscuidas importantes figuras de la política; así en una evidente muestra de corrupción y una serie de irregularidades, permitieron que “la Ogresa” saliera libre en tan sólo 3 meses.
Las más fuertes pruebas de la fiscalía que conectaban a Felícitas con los cargos de asesinato eran los restos encontrados en la cañería de Salamanca No. 9, entre los que se encontraban un cráneo y un par de piernas que correspondían a un niño de por lo menos un año de edad. Inexplicablemente esto restos desaparecieron. Sánchez Aguillón fue procesada, el 26 de abril de 1941, sólo por los cargos de aborto, inhumación ilegal de restos humanos, delitos contra la salud pública y responsabilidad clínica y médica; ninguno de estos crímenes era considerado como grave por lo que la mujer alcazaba fianza.
Pero la fiscalía tenía todavía los testimonios del plomero (completamente dispuesto a declarar) y del amante, (que bajo la presión adecuada terminaría por declarar), desafortunadamente el juez que llevaba el caso abdicó, lo cual facilitó la salida de Sánchez antes de que la fiscalía pudiera apelar el fallo. En junio de 1941 salió libre.

Muerte

 
Ella sabía que todo había terminado, aunque no pudieran volverla a enjuiciar ya no podría seguir con su estilo de vida, todos la odiaban. El 16 de junio de 1941, tomó la salida fácil, se suicidó con una sobredosis de Nembutal, durante la madrugada en la casa que compartía con su comcubino mientrás éste dormía. Dejó tres cartas postumas: una dirigida a su ex-abogado, otra a su actual abogado y una última a su pareja. En ellas no había ninguna expresión sentimental (sin culpa, sin dolor, sin tristeza y sin lazos afectivos de ningún tipo, en ningún momento menciona a su hija).
 
*Es PeRo QuE SeA De Su AgRaDo EsTa PuBlIcAcIoN*